El cuerpo no sabe la diferencia entre nervios y emoción, pánico y duda, el principio y el final. El cuerpo te dice que lo mandes todo al carajo. A veces lo ignoras, eso es lo más razonable. Pero otras, escuchas. Se supone que tienes que confiar en tus entrañas ¿no? Cuando tu cuerpo te dice corre… corre.
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