20 de enero de 2013

Ciudad de los Ángeles Caídos

-Eso que nos has dicho- dijo, titubeando, mirando cómo Isabelle enrollaba un mechón de pelo en su dedo índice-, allí arriba en la terraza, eso de que no sabías que Clary y Jace estaban en este lugar. Que habías venido aquí por mí... ¿era verdad?
-Pues claro que es verdad- dijo, indignada-. Cuando vimos que te habías ido de la fiesta... y sabiendo que llevabas días en peligro, y que Camille se había escapado...- Se interrumpió de repente-. Y Jordan como responsable de ti que empezaba a asustarse.
-¿De modo  que fue idea suya lo de venir a por mí?
-Fui yo quién se dio cuenta de que te habías ido- dijo-. Fui yo la que quiso venir aquí a buscarte.
-Pero, ¿por qué? Tenía entendido que ahora me odiabas.
-Oh, Simon. No seas burro.
-Iz.- Alargó el brazo y le tocó la uñeca, dubitativo. Ella no se retiró, sino que simplemente se quedó mirándolo-. Camille me dijo una cosa en el Santuario. Me dijo que los cazadores de sombras no querían a los subterráneos, que se limitaban a utilizarlos. Dijo que los nefilim no harían por mí lo que yo estaría dispuesto a hacer por ellos. Pero tú lo has hecho. Viniste a por mí. Viniste a por mí.
-Pues claro que lo hice- dijo sin apenas voz-. Cuando pensé que podía haberte ocurrido alguna cosa...
Simo se inclinó hacia ella, sus caras estaban a escasos centímetros la una de la otra. Veía en sus ojos negros el reflejo de las chispas de la lámpara de araña. Isabelle tenía la boca entreabierta y Simon notaba el calor de su aliento. Por primera vez desde que se había convertido en vampiro, sentía calor, como una descarga eléctrica que pasaba entre los dos.
-Isabelle- dijo. No Iz, ni Izzy. Isabelle-.¿Puedo...?
El ascensor sonó; se abrieron las puertas y aparecieron Alec, Maia y Jordan. Alec observó receloso como Simon e Isabelle se separaban, pero antes de que pudiera decir cualquier cosa, las dobles puertas del vestíbulo se abrieron y empezaron a interrumpir cazadores de sombras.

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